Ignacio Ellacuría



Nació en Portugalete, provincia de Vizcaya (España), el 9 de noviembre de 1930, donde realizó sus estudios primarios. Cursó el bachillerato en el Colegio de los Jesuitas de Tudela (Navarra). Y, desde muy pronto, la autoridad y disciplina de su padre, oftalmólogo, marcó la pauta de su educación
severa y recia, de cierto estilo elegante y austero, común a sus otros cuatro hermanos, todos varones.

A los 17 años, el 14 de septiembre de 1947, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en Loyola, Santuario y Centro de Estudios cercano a Azpeitia (Guipúzcoa). En 1949 fue enviado a El Salvador al noviciado de Santa Tecla, siendo entonces su maestro el P. Miguel Elizondo, donde realizó su primera profesión de votos. Completó sus estudios de Humanidades y estudió Filosofía en Quito, donde conoció al P. Aurelio Espinosa Pólit y al P. Ángel Martínez Baigorri, poeta. En 1955 se licenció en Filosofía. Y, entre 1955 y 1958 ejerce de formador de seminaristas diocesanos en el Seminario de San José de la Montaña (San Salvador).



En Innsbruck (Austria), estudió Teología. Uno de sus maestros influyentes fue el profesor Karl Rahner. Ordenado presbítero en Innsbruck, el 26 de septiembre de 1961, hace sus últimos votos como jesuita en 1962, en su pueblo natal.

De 1962 al 1965 realizó los estudios para el doctorado en Madrid, en la Universidad Complutense, bajo la dirección de Xabier Zubiri quien siempre le consideró como el continuador de su obra. Su tesis doctoral en la Universidad Complutense (Madrid, 1965) lleva por título: La principialidad de la esencia en Xabier Zubiri —obra todavía inédita, que requiere una edición crítica—. Hace también los cursos de doctorado en teología pero no presenta tesis, aunque sabemos que su principal preocupación era Dios y la realidad histórica.

En 1967 regresa a El Salvador para incorporarse a la Universidad Centroamericana (UCA) "José Simeón Cañas" como profesor. Mantiene la colaboración con Xavier Zubiri y viaja a menudo a España. Pero la Conferencia de Medellín (IIª Conferencia del Episcopado Latinoamericano, de 1968) marca también su reflexión y producción teológica orientada hacia la liberación.

Desde 1968 hasta su muerte será miembro del equipo rectoral, denominado "Junta de Directores" de la Universidad de la UCA, de la que será un cualificado motor incluso antes de ser el Rector. Ya en 1969 logra que la UCA asuma la revista de Estudios Centro Americanos (ECA), en la que publica muchos de sus artículos filosóficos, teológicos y políticos. De 1970 a 1973 se hace responsable de la formación de los jóvenes jesuitas de la Provincia Centroamericana, cargo que le lleva a conocer al padre Arrupe, General de los Jesuitas, defensor del principio de la encarnación en el trabajo pastoral, con quien siempre mantendrá una relación de afinidad.

En 1972 es nombrado Director del Departamento de Filosofía (pues la UCA no tiene Facultad de Filosofía), y en 1973 publica su libro Teología política, obra que será editada posteriormente en inglés, en Nueva York, en 1976, bajo el título Freedom Made Flesh: The Mission of Christ and His Church.
En 1974 funda el Centro de Reflexión Teológica en la UCA. En 1975 participa en el homenaje a Karl Rahner, sintetizando en un ensayo las denominadas "Tesis sobre posibilidad, necesidad y sentido de una Teología Latinoamericana".


En 1976 es nombrado director de la revista de Estudios Centroamericanos (ECA). La publicación del famoso editorial "A sus órdenes, mi capitál" ocasionó la retirada del apoyo económico del Gobierno salvadoreño a la UCA, provocando además una clara violencia paramilitar contra la Universidad, a la que siempre Ignacio Ellacuría quiso autónoma, respecto del poder civil y del poder eclesiástico, sobre todo a partir del año 1979 en el que es nombrado Rector, dos años después del asesinato del P. Rutilio Grande cuando Ellacuría estaba en España. El hecho sacudió espiritual e intelectualmente a la comunidad de los jesuitas y produjo una transformación interior en la persona del arzobispo Óscar Romero. Ellacuría vive su "primer destierro". Desde el 12 de marzo de 1977 todos los jesuitas son amenazados de muerte. Ellacuría volvió a El Salvador en agosto de 1978.

En 1979 se produce un Golpe de Estado de la Junta de Gobierno en El Salvador. Fracasa este intento y se desencadena una cruel violencia y guerra en el país. En 1980, el 24 de marzo, es asesinado el arzobispo Óscar Romero durante la eucaristía. Y, a finales de ese mismo año de 1980, Ellacuría sale de nuevo, esta vez "desterrado" a España, bajo la protección de la Embajada Española. Desde entonces, Ellacuría aprovecha los viajes a España para dejar oír su voz en Europa y activar la publicación de algunas obras de Zubiri.

Entre 1980 y 1983 se publica la trilogía de Zubiri, X.: Inteligencia sentiente (Alianza Editorial, Madrid 1980), Inteligencia y logos (Alianza Editorial, Madrid 1982), e Inteligencia y Razón (Alianza Editorial, Madrid 1983). Desde 1980, El Salvador vivirá una larga guerra civil de doce años, en los que la guerrilla se enfrentará permanentemente al Ejército Nacional. Y ya en 1981 Ignacio Ellacuría planteó abiertamente la solución negociada al conflicto.

Tras la muerte de Zubiri (año 1983), Ellacuría es nombrado Director del Seminario Xavier Zubiri.
El año 1984 publica en España un libro que interpela a la Iglesia institución: Conversión de la Iglesia al Reino de Dios. Con Jon Sobrino funda la Revista Latinoamericana de Teología. En 1985, con monseñor Rivera y Damas media para lograr la liberación de la hija del Presidente Duarte, secuestrada por la Guerrilla, y de 22 presos políticos. Y, en 1986, sigue insistiendo en la necesidad de una salida negociada al conflicto civil de El Salvador.

En España, con motivo del primer encuentro de religiones abrahámicas celebrado en Córdoba, en 1987, expresó públicamente la necesidad de encontrar una perspectiva y bases comunes para superar positivamente los conflictos. Su ponencia en aquel encuentro fue un "Aporte de la teología de la Liberación a las religiones abrahámicas en la superación del individualismo y el positivismo". De hecho, ese mismo año durante el verano, con motivo de unas Jornadas de reflexión y diálogo celebradas en la Biblioteca de la Universidad Iberoamericana de La Rábida (Huelva), sobre las implicaciones sociales y políticas de la Teología de la Liberación, Ignacio Ellacuría volvería a reiterar públicamente la misma idea, instando a la reconciliación, con el fin de hacer posible un proceso de democracia real y de convivencia pacífica. En esos momentos, España y Europa eran el lugar idóneo para expresar en alta voz su pensamiento, con el fin de que llegara a los centros de decisión y de poder internacional.

A primeros de noviembre de 1989 Ellacuría recibía en Barcelona el Premio de la Fundación Comín, otorgado a la UCA de San Salvador. Mientras, el Gobierno de aquel país temía no poder frenar la presión de la guerrilla en la propia capital de San Salvador.

Ellacuría adelantó su regreso a El Salvador sobre el 13 de noviembre, para intentar mediar una vez más en pro de la paz y la convivencia. Pero, como altavoz de la Teología de la Liberación, dado su prestigio intelectual y su valiente denuncia de la situación del país, como defensor de la liberación del pueblo y de las mayorías populares, se había granjeado la enemistad de algunos sectores financieros y militares que le amenazaron con insistencia para acallar su voz.



El 16 de noviembre de 1989 fue asesinado por un pelotón del batallón Atlácatl de la Fuerza Armada de El Salvador, bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce, en la residencia de la Universidad, junto con los jesuitas Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López. Fueron también asesinadas Elba Julia Ramos, persona al servicio de la Residencia, y la hija de ésta, Celina, de 15 años. En la actualidad, el cuerpo de Ignacio Ellacuría yace enterrado en la capilla de la UCA.

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