(Luis Espinal Camps, conocido
también como Lucho Espinal; Sant Fruitós de Bages, Barcelona, España, 1932 - La
Paz, 1980) Jesuita boliviano de origen español que destacó por su compromiso
con los desfavorecidos y su actitud crítica frente a la alianza de la Iglesia
católica con los sectores conservadores en el poder. Fue brutalmente asesinado
por elementos paramilitares en 1980.
Último de cinco hermanos, a los 17
años terminó el bachillerato en Roquetas (Tarragona) e inmediatamente entró en
el noviciado de la Compañía de Jesús en Veruela (Zaragoza). Entre 1953 y 1963
estudió literatura, filosofía y teología, y con 30 años se ordenó sacerdote. En
1962 fundó con otros estudiantes la revista Selecciones de Teología, de signo
progresista. Tras seguir cursos complementarios de periodismo y audiovisuales
en Bérgamo (Italia), la televisión española le encargó un espacio semanal sobre
cuestiones religiosas de actualidad que se titularía Cuestión Urgente.
El programa se convirtió pronto en
uno de los más vistos de la televisión española, ya que trataba abiertamente
sobre toda clase de problemáticas sociales que la censura franquista solía
acallar. Pronto, sin embargo, actuó la censura: sus sesiones fueran tan
drásticamente recortadas que renunció a su contrato y, al ver que en España no
podía continuar ejerciendo su profesión, aceptó en 1968 la oferta de un obispo
boliviano que precisaba un profesor para la Universidad Católica de La Paz.
También en Bolivia tendría
problemas con la censura: trabajó un año para la televisión estatal,
produciendo el programa En carne viva, pero cuando se trató de conceder la
palabra a los cabecillas de la guerrilla, su programa fue bloqueado. De estas
experiencias surgirían sus reflexiones sobre la censura y especialmente sobre
la autocensura, que "se sitúa a sí misma en la línea de la mentira moral,
de la corrupción y de la cobardía." Contrario a todo acercamiento de la
iglesia a los responsables de la opresión político-militar desplegada durante
la dictadura de Hugo Banzer (1971-78) escribió: "Si la iglesia y los
opresores se identifican de tal modo, uno se pregunta qué se ha hecho del
evangelio, que fue predicado a los pobres y llevó a Jesucristo a la cruz".
Desafiando a la censura, Espinal
expresaría estas ideas en los medios profesionales en que trabajó durante la
década de los setenta: en el matutino Presencia (en el que fue crítico
cinematográfico entre 1969 y 1979), en Radio Fides (desde 1971) y en el
semanario Aquí, que dirigió desde 1979. Al mismo tiempo publicó diferentes
libros divulgativos y ensayos sobre el cine y participó en los guiones de las
películas El embrujo de mi tierra y Chuquiago. En 1976 fue además cofundador de
la Asamblea de Derechos humanos. En 1977 participó en un ayuno político que por
poco le cuesta la vida, pero que contribuyó a que, después de casi siete años
de dictadura, se pudiera estructurar una oposición política que acabaría
forzando la renuncia de Hugo Banzer. En esa huelga de hambre de casi tres
semanas vivió día y noche al lado de las familias de los mineros.
Esta experiencia le penetró más
profundamente que cualquier otra. Por primera vez en la vida se sintió como
"un pequeño burgués intelectual útil al pueblo". Aunque desde 1970
gozaba de la ciudadanía boliviana, fue consciente de que en toda su vida no
había pasado nunca el hambre real que atormenta al pueblo a diario y a la fuerza:
"Me ha ayudado a comprender mejor al pueblo hambriento. El hambre es una
experiencia de violencia, que nos permite entender la osadía y la ira de un
pueblo. Quien la experimenta por sí mismo, advierte mejor la urgencia de
trabajar por la justicia en el mundo".
Cuando en diciembre de 1979
campesinos del altiplano, reclamando precios más justos, mejores condiciones de
vida y educación y atención médica, bloquearon la carretera entre La Paz y
Oruro, los medios de comunicación los acusaron de vulnerar los derechos humanos
al retener en lugares apartados a familias con niños pequeños. Espinal
aprovechó esta ocasión para llamar la atención sobre el abandono general de los
derechos e intereses de la población rural.
Este proceso de solidaridad
progresiva e identificación con el pueblo sencillo terminó contra su voluntad.
En último término, no compartió tan sólo el destino de los más pobres, sino
también el de cuantos son directamente eliminados. Detenido por elementos
paramilitares y torturado, fue asesinado el 21 de marzo de 1980. De su libro
Religión es una famosa cita que resume la exigencia ética que le costó la vida:
"quien no tiene la valentía de hablar por los hombres, tampoco tiene el
derecho de hablar de Dios".
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